Es casi una expresión común decir que cuando las articulaciones duelen es porque va a llover. Lo que puede parecer una simple creencia, en realidad, sí cuenta con ciertas evidencias que podrían indican su veracidad. Se trata de un fenómeno que se llama meteorosensibilidad, y puede incrementar el dolor articular. Es un tema curioso del que queremos hablarte.
Por qué me duelen las rodillas cuando llueve
Cuando se modifican parámetros como el nivel de humedad, la presión atmosférica y la temperatura, hay un conjunto de efectos que inciden en los síntomas articulares. Además, las personas con estos trastornos pueden ser más sensibles y aumenta la percepción que tienen de ellos.
Esto sucede con las patologías de las articulaciones y también les ocurre a las personas que en el pasado sufrieron un traumatismo con fractura ósea. En muchos casos, la incomodidad se siente días antes de que se presente el cambio de tiempo.
Sin embargo, es muy importante señalar lo siguiente: las modificaciones en las condiciones atmosféricas no son la causa de las enfermedades. Simplemente, se trata de desencadenantes de las molestias articulares de un problema preexistente.
La meteorosensibilidad
Con este término se engloban los cambios físicos y psicológicos relacionados con la variación de las condiciones atmosféricas. La depresión, las migrañas, las alergias y la acentuación de los síntomas articulares son algunos. En su aparición pueden intervenir factores genéticos y alteraciones en la secreción de los neurotransmisores cerebrales.
Mecanismos involucrados
Existen varias teorías que podrían explicar estos síntomas, que en una articulación normal y sana no se presentan. Sin embargo, la situación es muy distinta cuando hay inflamación crónica de los tejidos articulares, porque entonces son mucho más sensibles.
La presión atmosférica, es decir, la que el aire ejerce sobre nosotros, es una magnitud física que puede causar daños a los órganos internos. Los barotraumas, o lesiones ocasionadas por los cambios de presión del agua o del aire, son ampliamente conocidos.
Son casos típicos los que sufren los buzos o el dolor de oídos que aparece cuando viajamos en avión. La causa es la diferencia de presión entre el oído interno y la atmósfera, que ejerce fuerza contra el tímpano.
En las articulaciones, que contienen líquido sinovial, la presión puede aumentar cuando baja la de la atmósfera, lo que produce dolor. También se eleva la viscosidad de este líquido, que tiene la función de lubricar las superficies óseas para permitir que se deslicen suavemente. Estos dos cambios incrementan la fricción de la articulación y las consecuencias son el dolor y la rigidez.
¿Y el calor o el frío?
Existe un tercer mecanismo como posible explicación para el dolor en las articulaciones relacionado con el tiempo, y son las bajas temperaturas. El frío hace que el organismo ponga en marcha varias acciones de defensa para conservar el calor corporal.
Una es la contracción muscular, una función que eleva el metabolismo de este tejido. Se puede presentar de manera constante o intermitente, lo que conocemos como tiritar.
La humedad facilita la transmisión de los cambios de temperatura, y aumenta la sensación de frío que percibimos. Por estas razones, los síntomas articulares se incrementan cuando las temperaturas bajan, pero no cuando hace calor.
Tratamientos para el dolor en las articulaciones
Tanto el calor como el frío son recursos físicos muy utilizados en fisioterapia para tratar las patologías osteomusculares. Los traumatismos y las contracturas ocasionadas por el ejercicio intenso son algunas. En el caso de las enfermedades articulares también tienen una gran utilidad.
Es importante que la articulación se encuentre en posición de reposo durante estas terapias. Es la intermedia, es decir, ni totalmente flexionada ni extendida. En el caso del dolor de rodilla, por ejemplo, colócate tumbado en la cama, en una postura cómoda. Pon una toalla enrollada debajo de la pierna, para que quede parcialmente doblada, y aplica el calor o el frío en periodos de media hora.
Cuando existe inflamación y dolor en una articulación, se pueden aplicar compresas frías. Esta terapia genera vasoconstricción y contribuye a reabsorber los edemas, con lo que el aumento de volumen y el enrojecimiento ceden. El dolor también puede calmarse en gran medida gracias a este tratamiento, y así es posible recobrar gran parte de la movilidad.
En cuanto al calor, los tratamientos para el dolor en las articulaciones pueden suministrarse mediante rayos infrarrojos. Proporcionan calor seco, cuya penetración es mayor y alcanza hasta los 10 milímetros de profundidad.
Las bolsas de agua caliente y los baños de parafina son adecuados para el calor húmedo, más superficial. Su principal función es la de relajar las estructuras como los tendones y los músculos. Al conseguir este efecto también reducen el dolor y la rigidez.
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